Páginas

Mostrando entradas con la etiqueta Mujer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mujer. Mostrar todas las entradas

5.19.2012

COSAS DE MUJERES CON COSAS DE HOMBRES



Y uno se podría preguntar, qué cosas son las de las mujeres y qué cosas las de los hombres que hacen que ambas sean tan difíciles de compartir, y sí, me lo pregunté. Esto que ahora escribo en palabras es como una vista hacia atrás de momentos de pareja que compartí con el sexo opuesto, justamente, tomado como opuesto. Y en este opuesto es en donde encuentro la creencia de batalla con lo que es diferente. El tema sería, por qué se cae en esa idea, si en lo más profundo encuentro la necesidad de armonía entre esos supuestos opuestos, y con certeza no soy la única que así lo ansía, sin embargo lo cotidiano me muestra que aun estamos en medio de un pantano de disputas de derechos de hombre y mujer, a tal punto, que cuando escribo la palabra hombre o la palabra mujer viene un pensamiento que dice, cual va primero,  y con esto no le pongo peso a ninguna de las partes, sí más bien, me permito recapitular las ideas absurdas que fueron dando forma a esta batalla de los sexos, si, la batalla de los sexos sin sesos.

Pasó un tiempo antes de que retomé el escribir, y una gran parte de este espacio tomado, lo marcó la necesidad de observarme cada vez con mayor atención en las interpretaciones. Y en este caso, retomo en el momento que hice la pausa de escribir, que fue en la semana en donde se dio El Seminario de la Mujer Consciente. Desde ahí hasta este momento que retomé, el enfoque de la manera de observar cambió rotundamente, y sé que queda más aun por reveer. En el seminario, que está dirigido principalmente a la mujer, y su consciencia como tal, pude experimentar la falta de contacto que por lo menos en  mi desarrollo tuve con lo que sería la forma consciente de la mujer, y con esto a donde me dirijo es a revisar concretamente qué es ser mujer para mí.

En el seminario tocaron, entre otros, temas profundos que apuntan a desnudar los prejuicios que se relacionan con el parto natural, la crianza de los hijos, el papel de la mujer en la familia, el retomar esa sabiduría, volver al hogar principalmente. Estos temas, por más que uno podría decir que los conoce, lo que es importante realmente desde donde lo transmitieron, es si uno lo ejerce, sin embargo para esto lo primero sería reconocer lo que nos colocó como mujeres en un lugar no propio. Y para esto, lo primero que encontré oportuno es remontarme a las creencias que dieron forma a la mujer que soy y sacarles las caretas, y el tema que más me compete en esta etapa de mi vida es des-caretar, es el que hace a la convivencia entre hombre y mujer como pareja, en sí a la consciencia de saberse uno responsable de las acciones a la hora de compartir esta etapa.

Tengo 36 años de edad, y mis relaciones de pareja con hombres, podría decirse que fueron un verdadero tsunami emocional,  y esto, que ahora me da risa al verlo como una etapa de inmadurez hacia la madurez, generó en su momento situaciones desagradables a la hora de querer vivir una pareja, y más allá de quien sea el que podría nombrar como pareja. Lo que traigo, es que es, lo que en ese momento generó esa atracción tan desmedida y que luego colapsó en un charco seco de insatisfacciones, la conquista del desierto por decir así.

En mi vida me atrajeron en tiempo pasado, desafíos inconscientes de parejas que hacen tortuosa una relación, el sometedor, el tirano, el mujeriego, el machista, el egoísta, el cómodo, el vicioso, el maquiavélico, en sí, el modelo resultante de la rebeldía de una guerra marcada por idealismos de derechos que muestran la necesidad de desenmascarar y cambiar al sexo opuesto, cuando en realidad, lo que desenmascara es la necesidad de ganar una batalla con armas similares, aunque con harapos de otro color,  es decir, la sumisa, la víctima, la fidelidad, la que todo comprende y acepta, la que todo da, la que todo hace, la que todo permite, y luego, cuando eso dio el fruto podrido, uno salta con el cumulo de lo que uno no es ni tolera, el tsunami emocional. Y más aun,  se regocija desde ese personaje con sus pares cuando cuenta que tuvo el valor de volcar esa lava reprimida a quien llama en ese momento, zángano.  Entonces, frente a esto, veo el vacío de historias que en sí conducen al mismo lugar, la desdicha del romance, la pérdida del contacto amoroso, la insatisfacción sexual, la ausencia de cariño, la inmadurez emocional tanto de la mujer, como del hombre. La caída del Edén. Y la historia se repite, una y otra vez. Y el virus de la guerra de opuestos por el género se propaga, y uno se justifica con que es normal que se esté solo ya que las parejas están ahora en situaciones críticas. Sin embargo lo crítico, es no poder compartir las diferencias y lo armónico sería el compartirlas, de lo contrario existiría un solo género humano.


Entonces , me pregunto si es posible este compartir, más aun, me cuestiono que es lo que genera el cortocircuito de los géneros, quién quiere  mandar a quien, quien no se deja mandar y manda, quién dice ser sometido y se somete, quien hace más por menos o menos por mas, la mujer o el hombre?

Lo que siento, es que esto ya, por decirlo así, aburrió. Carece de importancia quien tiene más cargas, eso le compete a las creencias, quienes necesitan madurar para compartir es lo que nos compete a  ambos.

Y me pregunto qué es lo que hay que madurar, la observación en las creencias es un enfoque que rescato necesario, lo que en cierta manera se postulo como el modelo ideal de pareja, sinónimo de prejuicios, sinónimo de sometimiento, sinónimo de insatisfacción, sinónimo de tiranía, sinónimo de rebeldía, sinónimos más sinónimos tras sinónimos de lo que en si completa lo incompleto de las relaciones. Y es aquí donde la frase colectiva, así son los hombres o mujeres, carece de valor, ya que a medida que recorro las actitudes que fueron dando forma a las ilusiones de romances, comprendo que parte de la historia  es necesario madurar.

Como mujer, se de haberme sometido a las deidades de los personajes con quien compartí momentos de mi vida en pareja. Y esas deidades no fueron más que espejos desafiándome a cambiar una visión limitada de compartir. Una visión limitada de la mujer.

Las máscaras se caen, una tras otra, la falta de valor promueve lo posesivo que teme perder lo que poseyó dejándose poseer, es la pieza que mueve el  juego de quien se somete para en algún momento dar el paso y cazar la presa para someterla y quienes caen en este tablero, juegan el mismo juego desde hace tiempo para complacer lo que manipula el poder entre ambos. Yo tengo el poder, aunque, mal interpretado. El C.C.E.S comando controlador establecido por el sistema, es muy sutil al momento  de entrar en el juego, los extremos vividos al estar en pareja, se ven inexplicables.

La máxima libertad versus el máximo control, la máxima aceptación versus la rebelión de los géneros, la adoración a la mujer versus el aburrimiento del hombre, la conquista al hombre versus la histeria diagnosticada por Freud. Entonces, a estas alturas me cuestiono que es lo que sucede cuando uno entra a relacionarse a nivel afectivo con un ser de un género distinto, qué sucede que luego de esa bella sensación de expansión y libertad que uno experimenta al conocer a alguien que le despierta atracción,  las emociones se contraen en los recuerdos y llevan tanto al hombre como a la mujer a situaciones de inmadurez al momento de compartir, y uno diría a simple vista,  es que falta amor, y con honestidad siento que va más allá de esto.

A lo que voy, es que aun, la gran mayoría, somos incapaces de compartir sin entrar en juegos demandantes. Aun, somos incapaces de ser individuos que comparten la belleza de la vida sin echar encima de otro el vagón de responsabilidades de lo que nos corresponde reconocer, lo que nos falta lo que nos sobra. Lo que embriagó con cosquillas nuestra idea y pintó la ilusión de una relación con acuarelas de creencias de todos los colores, aunque, similares en la textura que se deshace con las gotas que derraman nuestros ojos con cada emoción que va liberando lo iluso de la forma creída.

Aquí, la razón se ve superada al momento de querer comprender que es lo que uno debe hacer o dejar de hacer. Y precisamente, no sé si se trata de esto. Más bien veo una relación como la respiración, así como fluye la respiración, podría fluir el compartir, así como el oxígeno nos renueva, así se ve maravilloso renovar el compartir, entonces me pregunto, en qué momento uno deja de respirar, en qué momento uno necesita el oxigeno de otra persona para poder vivir, en qué momento el hombre y la mujer, dejaron de reconocerse como tal y permitieron el sometimiento de los géneros a las creencias, en qué momento la sexualidad dejó de formar parte del encuentro con sentido y se transformó en una vacía insatisfacción que ya no encuentra morbo de donde agarrarse para intentar sobrevivir a esta decepción.

Entonces, es aquí donde el seminario metió el dedo en la llaga, lo que se aceptó como mujer y se sostuvo como hombre, y es aquí donde conmemoro el haber podido pertenecer a un modelo de familia tradicional, que me dio la posibilidad de ver el tirano y la víctima que tomaron el papel de padre y madre, y los  hijos que fueron jueces en donde de tanto juzgar se condenaron inconscientemente  a vivir experiencia similares, hasta, que el martillo de las creencias se quebró, y el vacío generado por esos instantes en donde uno deja de respirar, dejó que esa pesadez se funda en la consciencia y así pueda uno volver a elegir. Y aquí estoy parada ahora, no en la dulce espera ya que sería amargo el resultado, sino más bien dispuesta a compartir momentos con el sentido de mantener la conciencia despierta en cada relación, y porque en cada relación, porque el ser mujer no atañe solamente a serlo en pareja con un hombre, más bien, atañe a vivirlo momento a momento, a sentirlo presente en cada actitud, a compartirlo más allá del género, a descubrirlo más allá de los prejuicios, a reconocerlo como el avatar del tesoro femenino dispuesta en esta tierra para crear espacios armónicos y contenerlo con la dulzura y la firmeza de la misma tierra que nos sostiene. Y lo primero que cae en la cuenta de re- aprender es el compartir entre mujeres, y desde esta integridad sin rivalidad, el compartir el sentido con el hombre, ya dejaría de ser por una falta de, más bien se generaría en ambos desde una sumatoria de, que llevado con sentido, manifestaría la alquimia perfecta del encuentro. Ya que tanto la Mujer como el Hombre seguramente estamos en esta tierra para generar provecho no guerra ni desdicha. Entonces lo que pasó hasta ahora podría ser una figura dibujada a merced de lo que se alimenta de esta separación, lo que promueve la idea de la división de uno, la creencia de la media naranja faltante.

Entonces me pregunto cuál es el fruto de relaciones íntegras, y podría ser una posibilidad, la unidad en el sentido de compartir y la individualidad en el sentido de  la maduración.  Ninguna fruta madura partida a la mitad aunque pertenezca al mismo árbol. De la misma manera se podría decir, que ningún ser madura íntegramente si vive a  medias su vida con las esperanza de que otro complete lo que él no se atreve a madurar.

Con este aroma maduro, que va más allá de lo duro de escuchar, concluye la semana, dejándome renovada al saberme mujer para serlo, reconociendo cada semana, más que por el número del día que acompaña al mes del año, por la posibilidad con sentido de trascendencia que cada día da si se lo conoce, y aquí, en este Valle, se reconoce el sentido de cada día, y se integra el vivir a este sentido para aprovecharlo y trascenderlo permitiendo a la consciencia  que se pose  y eche raíces en  la profundidad donde el peso de las creencias cayó y así liberarlas. De eso se trata la vivencia, de reconocerla, liberarla, transformarla y continuar la vida que se conquista en la experiencia. Aquí es donde estoy y aquí es donde voy…


Imagen: Fotografía de Andrea Fabiana Marqués
Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández

3.12.2012

UNO DIVIDIDO UNO



Llegó el momento, el Temazcal está presente, las personas van ingresando a la parcela. Cada una a su ritmo, sin obligación. Mi estado es profundo este día, más de lo habitual. En la mañana, Elfa pronunció mi segundo nombre, Fabiana. Llamó mi atención que lo hiciera, ya que para mí ese nombre significó una vivencia que me llevó a verme en un aspecto herrado de hembra cultural. Cuando ella lo pronunció, mis antenas comenzaron a observar qué me quería decir ese momento, pues desde mi entender, detrás de cada palabra hay una posibilidad más para descubrir de uno mismo.

Observé la conversación  y me detuve a ver qué  me sucedía, que significa para mí  el segundo nombre. Mientras me quedé sola en la cocina, haciendo la sopa para compartir con los temazcaleros en la noche, miré hacia atrás y recordé qué etapa representó en mi vida ser llamada Fabiana, es lo único que en sí entendí que podía hacer para comprender lo que estaba asomando entre mis sentidos como una emoción profunda que desbordaba la razón.  El silencio se apoderó de mí y entró  Fabiana a mi propio diván, en ese espacio pude ver el segundo nombre de un nombre, representado sutilmente como el segundo lugar de una mujer. Parece una locura pensar que exista un segundo lugar en uno, al igual que parece una locura que exista yo misma con la creencia de ocupar un segundo lugar como mujer. Dos caras de una mujer que necesita reconciliar su pasado, dos extremos que anclan el punto de equilibrio,  y sé que puedo hacerlo, al reconocer y liberar ese valor de creencias que son la distancia que me separa de mí misma.

Comencé a hurgar en el recuerdo hasta que dí con la experiencia en donde este nombre tuvo protagonismo. El último empleo en relación  de dependencia, y sí, nada más representativo para esta creencia que la dependencia y el sometimiento. En este lugar, existía una mujer, Andrea, que figuraba como esposa del dueño de la empresa, y si bien ella quizás entendiera poco lo que estaba mostrándome, podía ver como este personaje formaba parte, al igual que todas las personas que allí estaban, de lo que yo llamo, el shopping del inconsciente.  Ahí en donde por decir así, tuve la posibilidad de ver de una manera acelerada, cada uno de los personajes que no son ni más ni menos, que sutiles proyecciones de actores de la personalidad de  las creencias que hasta ese momento creía mías. Y para sacar el jugo a esta puerta, necesito trascender esas formas, ir más allá de ese sistema de creencias, más allá de ese juego de poder que se enquista en lugares como los que formaron mi entorno en ese momento.

Al verlo así, hoy puedo reconocer la manipulación desde la ambición que converge en un mismo punto, la necesidad de poder en sus dos aristas, una que se somete por no creer tenerlo y la otra que somete por temor a perderlo, en ambos casos  el punto de encuentro es el mismo, el temor al poder poseído o desposeído por no poder ser. Creencia tras creencias creyendo ser verdades, y el desenmascararlas, es lo que está haciendo posible que hoy comprenda muchas actitudes que como Fabiana tomé, actitudes basadas en ideas de competencia y rencor, que en sí, me llevaron a caer en la victima, frente a un sistema que juega con la idea de sacarle valor a la energía femenina y masculinizar las estructuras para que así funcione. Y en sí, es ridículo y destructivo creer que una funciona sin la otra, y el equilibrio es lo que hace posible que cada relación se exprese como una danza en esta pista de baile que es la vida.


Y entrar en este espacio, reconocerlo, conmueve a la mujer que soy, y al mismo tiempo me libera. Y este punto, me ayudó a comprenderme más aún con el libro de Elfa, "La Mujer Consciente!. Ya que el énfasis que ella pone al exponer que las creencias en contra de la mujer no nos pertenece,  y que  las tomamos en momentos de la historia donde el miedo fue la carta de presentación para existir. Y frente a esto la propuesta de mover la pieza de la reina en el tablero de la creación y dejar de identificarnos con el peón disponible que alimenta la gula de la ignorancia de un sistema de "patrones" que cree ser dueño de todas las fichas. Sin embargo, sin ellas no habría posibilidad de jugar. Y  es ahí, cuando nos cae la ficha de que la mano que mueve el juego,  lleva el impulso de la actitud. Y si esta se sabe dueña de sí misma, ya sea hombre o mujer, no necesita directivas de ningún patrón más que el propio, ni menos aún necesita someter a alguien por creerlo amenazante para su existencia.

Ya que la mayor amenaza para la existencia son las creencias tomadas como verdad.
Entonces Andrea Fabiana, es una mujer íntegra, al igual que la mujer en sí,  si deja de competir consigo misma y se dispone a dialogar con las creencias para encontrarse un poco más  con cada experiencia que en si la lleva al encuentro consigo misma, reconociendo que es lo que de  manera sutil llega a someter y manejar la integridad y el sentido de la mujer. Y me atrevo a decir, la del hombre, por correspondencia. Ya que el sentido que encuentro viable es el de común acuerdo íntegro para el género humano ya sea mujer u hombre.  Entonces, podría ser que lo que queda en el tintero, es la posibilidad de  escribirnos ahora de una manera diferente, responsables de uno mismo. Y si tengo que transgredir la gramática establecida de repetición de palabras lo hago con la palabra conciencia, consciente de que es el vehículo posible, innato, gratuito e infinito.

Ahora sí, habiéndome compartido conmigo misma en este espacio que deleita los sabores del paladar, me dirijo al plano físico del Temazcal. Previamente a esto, las personas se reúnen a conversar en un círculo creado por la familia para este fin entre otros. La conversación es variada, sin embargo hay un tema en común que nos atañe a todos y que surge una y otra vez. Y que desde donde lo veo, e incluso desde donde lo viví, es uno de los condimentos necesarios para el alimento que mantiene en pie el mercado inconsciente: la esclavitud del ser humano por el propio ser humano. Y esta realidad se vive en los distintos entornos citadinos principalmente, y esto es sabido, sin embargo aun existe. Entonces me pregunto;  en manos de quien está la decisión de permitirlo, y no encuentro otra más que en la de cada uno. Y sé muy bien que esta decisión es una realidad posible de tomar y transformar, porque así lo hice y lo afirmo en cada espacio que comparto. Y es por esto justamente que el entorno que ahora está en mi vida, es acorde a esa elección. Entonces puedo darme cuenta que lo sofocante-mente explotador existe en tanto y en cuanto se le dé lugar. Y aunque estas palabras parezcan simplistas como dicho, el hecho es confirmable  cuando se toma la decisión de hacerse responsable de lo que cedimos irresponsablemente, la libertad de elegir como vivir.

Y estas  costumbres forman parte de los diez manda-mientos criados desde hace tiempo en el moisés que navega por el mar turbio de las limitaciones mentales. Sin embargo, podría ser que  el moisés ya quede chico, que la queja sea el anzuelo de mal turbio, y las limitaciones mentales la tarjetas de invitación para atreverse a nadar mas allá de este mar. Y en esta orilla, donde hoy estamos, existe la oportunidad de compartir cuestionamientos llevándonos la  posibilidad de bucear océanos y encontrar las perlas que tienen el brillo propio. Es decir, animarnos  a nadar sin la necesidad de utilizar salvavidas que se inflan y se desinflan con expectativas que no nos pertenecen. Ya que el tomar eso es un recurso limitado a eso, y es justamente lo que en cierta forma le da a la explotación, entre otras cosas, la posibilidad de existir.

Es sinceramente sabido que el sistema por sí solo no puede mantenerse en pie como sus dioses mandan. Y me pregunto, cómo manda un dios en un mundo creado a su imagen y semejanza con la posibilidad de la libre voluntad?  Quizás, sabiendo que quienes ceden la libre voluntad, toman el espacio que sobra de las tarjetas horarias de entrada y salida para poder vivir, y se premian cada fin de semana comprando la cajita feliz  al mejor empleado del año en un restaurante de hamburguesas de lombriz. Y darse cuenta de estos pequeños detalles es ilimitado. La federrata del sistema, traducida globalmente como la fe herrada al sistema. Y es aquí cuando la fe deja de mover montañas de reservas a los bancos del estado privados  de la conciencia. 

Respiro profundo, y me detengo  a ver como detrás de cada pensamiento se proyecta una película, y acceder al  tráiler oficial es lo que entusiasma mi recorrido. A veces se torna poco alentador  ya que  implica atención sabiendo que el resultado puede ser no deseado. Y habitualmente los resulta-dos son así o uno u otro. Lo que entusiasma es que ni uno ni otro es  lo que Es.  Y saborear este plato es una experiencia propia a cada paladar donde las palabras recobran  el sentido, y son, la melodía más preciada para el oído que se atreve a escuchar su propia voz.

Ahora me dispongo a descansar en el silencio del inipi. Caco dirige el Temazcal, entra en primer lugar y luego los demás temazcaleros  lo hacemos cada uno en su momento. Mientras los guardianes del fuego continúan acompañándonos, y se disponen a dar la entrada a las abuelitas que avivan esta nave de purificación.

La vivencia es personal, y el grupo se acompaña con respeto y con la premisa que se ofrece. Humildad y Honestidad. Nada simple en nuestras vidas, debido a la necesidad de apariencia a las que venimos acostumbrados. Y esto desde donde lo veo y vivo, se expresa hasta en el momento que podríamos mostrarnos físicamente desnudos frente a otros y por cuestiones que consideramos importantes, titubeamos al quitarnos la ropa. Sabiendo esto, no doy lugar a que esas líneas sutiles de prejuicio me detengan, suelto mis harapos  para entrar como vine a esta tierra al nacer. Des-nuda, esto me suena a sin nudos que me aten a ideas. Así me presento a esta tierra que me vio nacer y morir más de una vez. Así me entrego para nacer otra vez sin temor a  morir para vivir.

Como tripulante, no puedo describir cómo se dirige un Temazcal, ya que no soy quien lo dirige. Lo que sí puedo es compartir este viaje personal, en la medida de lo posible. Que es lo que recuerdo. El cuerpo es quien habla aquí, me traduce la  resistencia que se presenta en los primeros momentos. Cierro los ojos, comienzan los cantos, las palabras van y vienen, y el debate en uno mismo por dejar salir lo que ya no se necesita va perdiendo intensidad, entonces ahí uno comienza a disfrutar esta experiencia, comienza a dejar que la tierra  nos inunde y nos permita reconocernos un poco más momento a momento...

Lo que se vive aquí no lleva traje y corbata, ni manuales de instrucciones técnicas, lleva corazón, tierra y valor. Entonces es ahí cuando nos permitimos ver que los problemas solo existen en nuestra manera de interpretar. Las lágrimas comenzaron a recorrer mis ojos, se retuerce mi cuerpo con el apego de historias sentimentales que al parecer no resultaron como esperaba.

En un momento afortunado, el despertador se hizo presente y Caco comenzó a entonar una canción del tipo popular que hablaba del amor. Lo que generó fue una angustia cómica en mi interior. Algo así como una parodia sentimental en donde el Romeo comienza a perder la forma, y queda solo un vacío de esa ilusión. Y aquí es cuando uno se entrega con patas y todo para aprender de la experiencia que es uno mismo, aquí es cuando me doy cuenta, una vez más, que no sabía nada de lo que creí saber. Aquí, el martillo inconsciente me da en el ombligo del pequeño centro del mundo de las creencias, se derrumba la historieta. Y entonces el para qué de estas experiencias son el vehículo hacia las aguas claras de lo que somos y de lo que vivimos.

La travesía es intensa y profunda. Y a medida que las olas van suavizando su ritmo, nos regocija encontrarnos con la plenitud de poder contemplarnos y dejar de ser náufragos a merced de las  creencias.

Así, pasa este momento único para nuestras vidas, penetrante en lo sutil. Cada quien  se retira a su tiempo y de una manera natural, mas allá de las sugerencias, nacemos con menos capas de las que entramos. Nos entregamos con el cuerpo a la tierra fresca que nos cobija y nos comparte con el inmenso cielo que en su plenitud nos ilumina la noche con el brillo de la luna, las estrellas y los planetas que acompañan y forman esta comunidad con el planeta tierra. Y en este  sueño hecho realidad llegó la hora de descansar hasta la mañana siguiente. En donde nos encontramos a compartir entre mates y meriendas, las vivencias, las palabras que necesitamos quizás diariamente expresar y que por razones racionales solemos dejar para otro momento. Y esto salta a la vista, ya que los rostros se ven alegres, contenidos, relajados. Y quien decide el silencio como voz, no necesita justificar su tono, pues es natural no problemático, y más aun, es parte del compartir.

Comienza una semana nueva.  La agenda solo indica una acción: yo misma.  Esta tarea que se presenta en mi vida no es nada fácil, y mas allá que ni llega a ocupar un reglón, su contenido es profundo y más aun, interminable.  Sin embargo sé, que es necesaria para poder elegirme cada vez. Y cuando hablo de elegirme, me refiero al sentido que va más allá de la idea idolatrada de solo aquí importo yo. Más bien, me dirijo a desmenuzar  la idea cuestionada de cuando sobre tiempo me dedicare a saber quién soy y qué elijo en esta vida para crear y compartir. Y si digo cuestionada es porque sé que los  momentos de lucidez nos llevan a esto una y otra vez, hasta que en si nos comenzamos a dar cuenta que aquí estamos, que llegamos dormidos, la gran caída, que el despertador de la creación sonó tantas veces como es necesario con el ringtone universal del sentido de la existencia, y el cuestionarla, es el primer paso. Ya que pasar la vida detrás de un entorno sin sabernos generadores de él nos quita protagonismo en esta obra, y lo mundano se transforma en la pantalla que se toma como realidad y la vida pasa a ser una ficha repetida en el casillero de la creación.

Y la profundidad que nos permite reencontrarnos con lo que somos, se tapa con la vestimenta de la rutina. Entonces, vivimos aburriéndonos de nosotros mismos hasta que nos damos cuenta de que este  circo comienza a tener sentido, y la diversión se hace divertida con el simple hecho de vivir cada instante conociéndose uno mismo, y se, que esta frase es popularmente repetida, tanto, como las veces que la pasamos por alto. Sin embargo, es una de las principales  señales de tránsito en la autopista de la consciencia.

Ahora, tras tomar el lápiz y el papel de la observación, me entrego a compartir lo cotidiano para entrar de una manera simple a lo más complejo, la idea de lo que uno es…

1.30.2012

CONQUISTANDO LA EXPERIENCIA



VALLE DE LILMACHI, CHILE
PARCELA DE NOOSFERA
[Primera Semana]

"Conquista Estando En La Experiencia" esto es lo que vibro en mis pensamientos en estos primeros días aquí en el Valle de Lilmachi. Podría decirse que nada sencillo por las costumbres que arrastramos aunque posible por el lugar en donde hoy estoy ...

Después de haber pasado por un periodo en el cual pude vivir sin horarios de entrada y salida, de haber palpado la libertad de elegir en qué momento hacer las cosas. Después de ver lo que me permito hasta ahora de mí misma ver. Observo la resaca que se trae de años de rutina de acción desmedida con sentido ajeno. Puedo ver como un sistema creado para someter entra en nuestras vidas con el ímpetu del "esto es todo". Y se instala con la sutileza de quien sabe lo que hace en quien, aun, no sabe qué hacer de sí.

Esto podría ser simple de ver, aunque quizás difícil de manejar. Imagino que cuando uno nace, trae consigo el entusiasmo de vivir y explorar, experimentando cada sensación que se presenta como si fuera la única . Viajo por esa línea a ese momento, y puedo ver como cada actitud, cada palabra permisiva o no, se instala sin preguntar. Y seguramente el entorno principal de mi niñez, mis padres, pensaron que hacían lo correcto, y sin darse cuenta trasladaron ideas de cómo vivir. Y así, cada experiencia deja de serlo durante el tiempo que uno pensaba que eso era su propia vida. Se ve tremendo y gracioso al mismo tiempo.

Recuerdo el momento en que la realidad impropia se desvanece por primera vez. Uno comienza a ver ideas estrellándose contra el piso, una tras otra, hasta bajar el primer telón. Es imparable y al mismo tiempo es una gracia que la vida nos otorga cuando esto sucede. Darse cuenta de que hasta ese momento uno se la pasó en el asiento trasero del vehículo, y el conductor lleva el nombre de esas ideas que someten la libertad. Lleva las cadenas del no saber quién uno es, sabiéndolo. Y al mismo tiempo, lleva la llave que abre el candado de la limitación. Lo posible de quien sabe que la obra de la vida es propia y se estrena día a día en el teatro de la libertad. Lleva los rostros de todo cuanto nos dijeron, cubriendo lo que no nos dijeron nunca, quien uno es. Y esta adivinanza deja de serlo cuando uno se atreve a manejar su propia vida. Y el azar desaparece con la caída del primer telón.

Sin embargo, el haber estado expuesta a estas ideas durante tanto tiempo, creó hábitos que intentan inmiscuirse sutilmente una y otra vez. Y desde donde hoy me sitúo habiendo transcurrido casi un año de mi elección de independencia individua, por así decirlo. Puedo ver rondando los pensamientos de la obligación de hacer por hacer, para ser.

Aquí donde hoy estoy compartiendo mi vida, en esta parcela, voy caminando la libertad y al mismo tiempo observo en mí la costumbre de la falta de ella. No obstante esto, ella se expresa en cada espacio dándome la posibilidad de soltar cada eslabón de la cadena de viejas ideas, y sin pedir permiso respiro el aire de poder elegir, y más aun, respiro la posibilidad de darme cuenta de qué me pertenece realmente y qué no.

Solo llevo una semana en esta estación, como diría un amigo que vive en ella, y lo intenso de la experiencia, esta llevándome a la profunda avenida de creencias. En donde el semáforo del observador se enciende en el momento oportuno, y dice, detente, respira, observa y elige. Parece algo simple, sin embargo, en el convivir con la familia que aquí vive, es cuando descubro mis limitaciones. Es cuando encuentro que necesito soltar. Y por ventaja humana, el cuerpo sabe como acompañar este momento.

Estos últimos días pude ver como los pensamientos que no coinciden con la realidad que hoy vivo salen expulsados por mi cuerpo de la manera posible que el encuentra. Incluso, cada noche al irme a descansar a la habitación, lo percibí. Al cerrar los ojos, veo una trama profunda que no me pertenece, sin embargo está; el miedo a la incertidumbre que genera el no formar parte de la rutina establecida por un sistema de ideas confusas llamadas realidad única. Y al despertar, luego de haber permanecido ahí contenida por el lugar, descubro que eso forma parte del lastre de lo que ya fue. Que mas allá de permanecer esa vivencia en el pasado, por darle un lugar en esta historia, aun intenta picotear el plato del presente. Sin embargo, esta experiencia que hoy vivo, adonde hoy estoy, hace posible que uno esté atento a ver como estas larvas añejas saltan como mosca en la leche en este valle. Algo así, como el aliado perfecto para la evolución, si uno lo elige.

Hoy es sábado, y aquí se está por compartir un Temazcal de los Ocho Soles, y sé, más allá de que nadie dice qué hace, que el lugar y quienes aquí viven fueron acompañándome a este momento durante esta semana. Pero esto, no es una tarea designada, sino más bien, es la realidad que aquí se vive. Entrar en este espacio, es comprometerse con él y con uno, es entregarse con respeto a la vida cotidiana que aquí se lleva. Sabiendo que nada de lo que sucede, es porque sí. Que cada palabra tiene un sentido renovador en sí misma, un sentido responsable con propósito de evolución.

Aquí, se sabe para que se pronuncian las palabras, y quienes las pronuncian no siguen una doctrina, sino más bien, siguen su experiencia y la comparten en cada momento del día.

Llegó ahora el momento de reencontrarme, con lo que tiempo atrás integró un cambio de conciencia para mi vida. Ese momento, que finalizó con un Temazcal, hoy se recrea con un inicio en un Temazcal. Lo que continúa, no está escrito en palabras aun, ya que para esto la experiencia necesita la vivencia. Y esta es mi elección y, más aun, es lo que alimenta la motivación de poder compartir lo que realmente vivo.

Ahora me inclino frente a la puerta del útero de esta tierra, El Temazcal, La nave del tiempo de la creación!



3.23.2009

TEXAS PUEDE

Por Roberto Daniel León



Según reza el titular de una reciente noticia, habrían descubierto en Texas (milagro, dios existe!) una hormona que sería la causa de la infidelidad femenina (insisto, ESE dios existe).

Cierta vez, sin que le fuera requerido, una dama intentaba justificar su aventura con la frase: “una también tiene sus necesidades…”. Se inscribe esta anécdota circunstancial, en la modalidad reduccionista –y me atrevo a agregar irresponsable- proveniente en general de los “avanzados” cerebros estadounidenses (aunque no todos, por suerte), que insisten vez tras vez -incapaces de simbolizar-, en encadenar la persona al cuerpo.

Claro que una hormona establece condiciones y “necesidades” fisiológicas, pero la sexualidad excede al cuerpo, incluyendo la genitalidad. Eso, es lo que ese dios aún no les permite ver. Necesidades tienen los animales, las personas (no parece ser el caso de ellos) despegaron del animal al haber podido simbolizar, elegir, desear… 

Yo no tengo “necesidad” sexual, tengo deseo. Y deseo en función de aquello que está armado en mi psiquis, conforme la influencia de la cultura en que me ha tocado desarrollarme, las vivencias personales dentro de esa cultura, y las consecuencias de mis elecciones. A un perro en celo le da igual cualquier perra y viceversa, condicionados solo por diferencias prácticas de tamaño. A un hombre no le da igual cualquier mujer y viceversa. La elección (siempre hay una elección), proviene de los estándares culturales, de las fantasías, de las asociaciones de imágenes disparadoras del deseo, que se construyen en la persona a partir de su inmediatez.

El reduccionismo salvaje de estos sectores, fruto de sus frustraciones personales, del vacío de construcción interior y de la ignorancia supina, los hace cómplices –si no artífices- de la construcción de pedazos de carne esclava. Lograron avanzar admirablemente en el conocimiento de las vías de comunicación inter cerebral, pero poco o nada saben (y a eso le temen), acerca de que es lo que viaja por esas vías. Acostumbrados a poner el cuerpo (de otros) y las armas, cuando no logran entender simplemente disparan un misil y vuelan el puente (lobotomía). Lo que no logran entender –o no quieren- es que la información que viajaba por esa vía solo se detuvo, no desapareció. Claro que, cortando la cabeza completa, entonces si desaparecerá. Basta con martillar el disco duro de una PC para que su contenido desaparezca. De todos modos, con solo la biología como recurso, se puede construir un idiota que sonría siempre y presentarlo al mundo como el nuevo hombre feliz. La compleja integralidad de una persona parece no entrar en sus cabezas y, Murphy mediante, como todo lo que tienen es un martillo, cualquier cosa que ven les parece un clavo. De aquello que no cierra, pues no se habla y sanseacabó.

¿A que destino conlleva esta forma de concebir la vida? Temo una realidad que supere a las peores películas futuristas, con zombis programados para determinadas tareas, con la pérdida absoluta de su libertad y por lo tanto de su humanidad.


Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández