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2.05.2013

SCIOLI, EL "PRESIDENCIABLE", Y EL ARTE DE RESPONDER SIN DEFINIR [UN ANALISIS DE SU DISCURSO]

Por Eliseo Verón




Lo que sigue ya lo he relatado en alguno de mis libros, pero me permito recordarlo aquí de manera sintética, porque tiene que ver con el tema de esta nota y resurgió instantáneamente en mi memoria cuando me puse a escribirla. París, Mayo de 1981. Asisto a reuniones en la sede del Partido Socialista, donde se discute con qué estrategia el candidato François Mitterrand deberá enfrentar a su adversario Valéry Giscard d’Estaing (presidente en ejercicio que busca su reelección) en el debate cara a cara que tendrá lugar antes de la segunda vuelta de la elección presidencial. Algunos de los participantes en esas reuniones hemos estado visionando, una y otra vez, la grabación del debate de 1974 entre los mismos dos candidatos, debate del que Giscard había resultado claro ganador, según los medios y la opinión pública de aquel entonces. La táctica giscardiana consistente en hacer preguntas-trampa, destinadas a mostrar que su adversario es incapaz de responderlas, había funcionado, en 1974, a la perfección: Mitterrand había buscado ingenuamente, cada vez, una respuesta. 

Principio básico para el inminente debate de 1981: Mitterrand no deberá, bajo ningún concepto, responder las preguntas que le haga Giscard.

Después, se puede discutir cómo tiene que reaccionar en cada caso (por ejemplo, poniendo en duda la legitimidad de su adversario para hacer la pregunta). Esa regla táctica fue sin duda una de las que salvaron a Mitterrand durante aquel debate de 1981; hizo posible el memorable “¡Yo no soy su alumno!”, ante una pregunta “pedagógica” de Giscard. En fin, la historia termina bien: Mitterrand fue 14 años presidente de Francia.

Me disculpo por ese feedback y vuelvo al aquí y ahora de nuestro país. Daniel Scioli tiene precisamente la reputación de no contestar las preguntas directas que se le hacen en público. ¿Cómo reacciona entonces Scioli ante una pregunta directa? ¿Se hace el sordo, mira para otro lado, se escabulle con algún comentario general sobre otro tema? Intentemos fijar, antes que nada y sin ninguna pretensión de exhaustividad, algunos hechos de discurso: se puede hacer muchas cosas con una pregunta directa. Vaya un ejemplo reciente: entrevista radial del de Enero de este año.
Periodista: ¿Usted es kirchnerista?
Scioli: Yo soy peronista, lo he dicho siempre. El peronismo es dinámico, con ciclos, corrientes.
La respuesta de Scioli tiene muchos implícitos pero son implícitos perfectamente normales desde el punto de vista de la semántica de la lengua. Los resumo así: 
Mi identidad política se define en un nivel más abstracto que el nivel en que se ubica su pregunta. La clase ‘los peronistas’ tiene subclases históricas: ‘los kirchneristas’, ‘los menemistas’, ‘los disidentes’, etc. Yo no me identifico con corrientes ni con ciclos (sobreentendido: ‘peronista’ es una categoría más estable, de más largo plazo). En este caso, la condición para producir el efecto buscado de cambio de nivel era, sin ninguna duda, no contestar ni sí ni no a la pregunta tal como había sido formulada.
Junio de 2012. La pregunta directa fue si se veía candidato presidencial en 2015. 
Scioli: “Soy un humilde trabajador de la política que hoy tiene la gran responsabilidad de gobernar Buenos Aires. No voy a cometer el error de hablar de aspiraciones futuras, cuando la gente me reeligió hace cinco meses”. Clarísimo: la pregunta está fuera de lugar y sería un error tratar de contestarla.
Enero de 2013. El siguiente intercambio merece una atención particular.
Periodista: ¿Cómo se lleva con Alicia Kirchner?
Scioli: Muy bien, siempre tuvimos mucho respeto.
Periodista: ¿Es una buena candidata para la provincia de Buenos Aires en 2013?
Scioli: Ella hace un trabajo silencioso, eficaz, sobrio, y tiene una gran experiencia. Con la Presidenta, cuando llegue el momento, hablaremos de la elección, de las listas.
Periodista: ¿Por qué evade las respuestas?
Scioli: Te estoy contestando todo (…) decime qué pregunta me hiciste que yo no te respondí, decime una.
Periodista: La última, por ejemplo, ¿Alicia es una buena candidata para la provincia?
Scioli: Si todavía la Presidenta o ella no lo han definido, cómo voy a planificar sobre eso. Yo te estoy hablando de los atributos de Alicia.
Periodista: ¿Tiene atributos para ser candidata?
Scioli: Te estoy diciendo cosas más importantes de Alicia que la simplicidad de una candidatura.
La metodología de Scioli no parece consistir simplemente en evitar responder las preguntas directas; lo que hace de manera sistemática es evaluar la pregunta –en la mayoría de los casos de manera implícita– calificándola: como prematura, como fuera de lugar, como planteada en un nivel que no corresponde, como necesitando una reformulación, etc. Práctica que puede considerarse totalmente normal en un responsable político de primera línea.

Pero claro, a lo largo de sus múltiples intervenciones, Scioli está haciendo también otra cosa: está construyendo un espacio-tiempo político propio, un ámbito que él busca definir como estable: peronista siempre. Ese ámbito trasciende los incidentes menores de la coyuntura, asociados por lo general a motivaciones y ambiciones personales:
“Yo no tomo decisiones a nivel personal." 
En ese espacio-tiempo, Daniel Scioli tiene sus reglas de conducta. Está focalizado en el presente de su trabajo y sus responsabilidades. 
“Tengo la energía puesta en la gestión, no en cuestiones electorales” 
No confronta. 
“La pelea entre los dirigentes no le soluciona los problemas a la gente. Yo hablo con quien tengo que hablar y no confronto”
“Yo este año no necesité andar peleándome, confrontando, comentando declaraciones de otros; yo me peleo con los que me tengo que pelear, con las organizaciones del narcotráfico, con las injusticias”
No opina sobre temas respecto de los cuales los responsables directamente involucrados no han tomado las decisiones que corresponde. 
“Si todavía la Presidenta o ella no lo han definido, cómo voy a planificar sobre eso”
No sigue los múltiples rumores que circulan sobre los aspectos más diversos de la situación política ni tampoco las declaraciones de tal o cual funcionario. 
“No puedo andar corriendo detrás de los rumores o haciéndome eco de cada especulación electoral. Soy respetuoso de la democracia, de las opiniones de todos, así que hago mi trabajo y punto”
Y cuando hay un problema de fondo, habla directamente con Cristina: así de simple.

Veamos dos ejemplos referidos directamente a Cristina. Entrevista en el programa El oro y el moro, conducido por Eduardo Feinmann:
Feinmann: ¿Le gustaría que ella sea candidata a presidente?
Scioli: Yo lo dije en el día de ayer cuando me lo han preguntado que, a partir de la facultad constitucional, a partir del trabajo que está haciendo, hay un gran consenso y respaldo para que pueda continuar al frente del Gobierno Nacional. Obviamente, son decisiones que forman parte de su reflexión, de su análisis, de su decisión.
Scioli da una respuesta institucional ignorando la dimensión subjetiva del “le gustaría” (recordar la frase ya citada: “Yo no tomo decisiones a nivel personal”).
Pregunta: supuesto malestar de la Casa Rosada ante su reticencia a apoyar la reelección de Cristina. Rotundo “no” de Scioli.
Scioli: “Nunca escuché eso, jamás. Todo lo contrario. Cuando pasan estas cosas, hablo con ella. Yo, cuando hay algo de esto, lo que hago es hablar con la Presidenta. Yo no soy ni obsecuente, ni ando todo el tiempo diciendo necesito que me digas qué querés”.
En este dispositivo, la relación directa con Cristina es un elemento central. El efecto es que la Presidenta aparece siempre involucrada en las propias decisiones del gobernador. 
“Con la Presidenta, cuando llegue el momento, hablaremos de la elección…”; 
“Hablé con la Presidenta y vamos a trabajar codo a codo con el Gobierno nacional”; 
“Yo me guío por lo que hablo con la Presidenta, no puedo andar guiándome por lo que dicen otros funcionarios”. 
Enero de 2011: la pregunta directa fue si estaba al tanto del rumor de su candidatura, en el caso de que Cristina Kirchner no se presentara para pelear por su reelección. 
Scioli: “Sí, pero estoy haciendo mi trabajo como gobernador, y ésta es la realidad. Después vendrán los tiempos electorales. Yo formo parte, como lo he dicho en varias oportunidades, de un equipo de trabajo, de un trabajo que estamos llevando adelante con la Presidenta…”. 
A propósito de Mariotto: 
“… él está yendo a distintos municipios con una gran disposición a ayudarme, de honrar esta confianza que hemos depositado en él con la Presidenta para llevar adelante esta responsabilidad institucional”. 
Una Pregunta directa: ¿“A usted le molesta esa candidatura [la de Martín Sabbatella]?
Scioli: “Repito: creo en mi trabajo y confío en la gente. La gente puede tener la tranquilidad de que Cristina y Scioli, ese equipo que viene desde 2003 hasta ahora, tienen la posibilidad de seguir adelante”. 
La metáfora conyugal es explícita: “Tengo diferencias con Cristina y me llevo bárbaro; tengo diferencias con Karina [su esposa] y hace treinta años que la conozco”. 

Más allá de la metáfora, un principio: las diferencias son una dimensión natural del vínculo entre las personas que trabajan en un mismo proyecto político. ¿Y el vínculo con la oposición? Véase su comentario con motivo de una reunión pública mantenida con Mauricio Macri: 
“Uno puede estar en un proyecto político, pero hay un tema de interés de la gente y es mi forma de trabajar: hablar con las personas que tienen representatividad institucional para encarar soluciones en conjunto de temas como la basura”.
Si consideramos globalmente los elementos de esta configuración discursiva, no cabe duda de que el perfil público que está construyendo Daniel Scioli es, en sentido estricto, excepcional, único: ningún otro funcionario del Gobierno tiene semejante posicionamiento. Evaluar su eficacia con respecto a qué objetivos es otra historia. Claro que nada impide especular al respecto, con los consiguientes riesgos.

La distinción, comentada más arriba, entre un espacio-tiempo político estable y trascendente por un lado, y el flujo de los incidentes cotidianos de la coyuntura por otro lado, es una disociación fuerte y resulta extremadamente útil: le otorga a este dispositivo de Scioli una capacidad de absorción de los ataques casi infinita, una suerte de inmunidad que es sin duda el factor más irritante para el kirchnerismo. 
"De aquí nadie me mueve es, en cierto modo, el mensaje de Scioli; sacarme del camino exigirá un cuestionamiento directo, explícito y global, que sólo será legítimo si viene directamente de la propia Presidenta." 
Que sea global, es decir que cuestione esa posición genérica del eterno peronista imperturbable, es un aspecto decisivo: las críticas sobre tal o cual problema particular, por duras que parezcan y aunque vengan de la propia Presidenta, son absorbidas como parte de las “diferencias” que existen siempre entre los que llevan adelante un proyecto político común. En el panorama actual del oficialismo no se ve, por el momento al menos, ningún factor que pueda inducir a la Presidenta a considerar necesario (o conveniente) semejante enfrentamiento.

En términos de una eventual candidatura presidencial, el dispositivo que estamos comentando no deja de plantear algunos problemas serios. Si como mecanismo de posicionamiento frente a las múltiples internas del oficialismo ha resultado hasta ahora notablemente eficaz, no tiene en cambio ningún atractivo en el contexto de una elección presidencial.

La percepción negativa de la Táctica de Scioli ya existe, dentro y fuera del kirchnerismo, y puede fácilmente amplificarse: oportunista, está siempre con el oficialismo, antes fue menemista y ahora es cristinista, se traga todos los sapos, etcétera. Y aun en el caso de una lectura no necesariamente negativa de esa Táctica (como es mi caso), hay una gran distancia entre ese dispositivo de esponja, que absorbe desplazando sobre el otro la decisión de una ruptura, y el perfil de un candidato presidencial.

Se me dirá que en la Argentina todo es posible. Concedido. Es verdad que Cristina nunca ha desmentido la existencia de esas conversaciones con Scioli. Vaya uno a saber. Tal vez baste que, llegado el momento, Scioli hable con la Presidenta para que el tema de la candidatura de 2015 quede definitivamente resuelto...


Diseño & Diagramación: Pachakamakin

9.05.2012

GOOD LUCK, MR. ASSANGE!

Por Eliseo Verón




Ya lo dije en otras oportunidades: hay momentos privilegiados en los que la máquina de los medios de comunicación y sus relaciones con las sociedades que los consumen constituyen un paquete de eventos y discursos cuyo análisis no tiene desperdicio. En los casos más sabrosos, el paquete en cuestión es una combinación de contradicciones, idas y vueltas discursivas, acciones microscópicas de la vida privada que se discuten junto a decisiones institucionales de nivel e importancia globales, y mucho humor telenovelesco. Eso ha ocurrido, desde hace unos días, con la reaparición de la figura de Julian Assange, el fundador de WikiLeaks. La noticia que recorrió el mundo fue el breve discurso que pronunció el pasado Sábado 18, desde una pequeña ventana de la embajada ecuatoriana en Londres.

La importancia de WikiLeaks está para mí fuera de discusión, y aplaudí, desde más de una columna en este diario, la publicación de miles de documentos secretos de distintos gobiernos. Este último lunes, nada menos que Michael Moore y Oliver Stone firmaron juntos una columna en The New York Times en la que subrayan esa importancia, recordando algunas de las revelaciones hechas por WikiLeaks: el asesinato indiscriminado de civiles de Bagdad por un helicóptero Apache de los Estados Unidos; detalles acerca de “la verdadera cara de las guerras en Irak y en Afganistán”; la complicidad con la dictadura de Yemen, ocultando la responsabilidad de los bombardeos de los Estados Unidos; las presiones de la administración Obama para evitar que oficiales de la era Bush sean juzgados por tortura, entre muchas otras cosas.

Ahora bien, Assange es acusado en Suecia de violación y de coerción sexual por dos ex colaboradoras voluntarias de WikiLeaks, y ahí comienza otra historia. Suecia reclama su extradición para poder interrogarlo. Bueno, la presunción de inocencia siempre se debe aplicar y Assange sostiene que esas acusaciones son falsas y puramente “políticas”. En el discurso desde la ventana de la embajada de Ecuador en Londres, no dijo absolutamente nada sobre ese tema. Moore y Stone señalan, sin embargo, que Assange le hizo saber al gobierno sueco que estaba dispuesto a viajar a Suecia si las autoridades se comprometían a no extraditarlo a los Estados Unidos (donde se arriesgaría incluso a la pena de muerte); recuerdan también que Assange se ofreció a ser interrogado en Londres y después en la embajada de Ecuador, y que el gobierno sueco rechazó todas estas propuestas. Moore y Stone afirman que los funcionarios suecos, en otras ocasiones, se han desplazado a diversos países para realizar interrogatorios. Piensan además que el gobierno sueco es incapaz de resistir a la presión de los Estados Unidos si Assange pisa su territorio. 
“Mr. Assange –dicen Moore y Stone– no es un ciudadano norteamericano, y ninguna de sus acciones ha tenido lugar en territorio norteamericano. Si los Estados Unidos pueden procesar a un periodista en esas circunstancias, los gobiernos de Rusia y de China podrían, con la misma lógica, solicitar que periodistas extranjeros de cualquier lugar del mundo sean extraditados por violar sus leyes.”
Hasta aquí, todo bien. Pero resulta que el país cuya embajada Julian Assange eligió para refugiarse es Ecuador. Veamos un poco más de cerca lo que dijo desde la ventana de la embajada. 
“No tiene que haber más discurso loco (foolish talk) de persecución de cualquier organización mediática. Los Estados Unidos, ¿Van a seguir titubeando en el borde del precipicio, arrastrándonos a todos hacia un mundo peligroso y opresivo en el que los periodistas se llaman a silencio por el miedo a la persecución y donde los ciudadanos deben murmurar en la oscuridad?” 
Encuentro el tono excesivamente ampuloso, pero eso no tiene mayor importancia. Es en este contexto, en todo caso, que Assange le pide a Obama que termine con la “caza de brujas” contra WikiLeaks, y reclama la liberación de Bradley Manning, el militar que está preso sin proceso desde hace 800 días (la ley fija 120 días como máximo) por haber transmitido a WikiLeaks buena parte de los datos confidenciales sobre Afganistán. Juan Méndez, informante especial de las Naciones Unidas sobre torturas, ha afirmado que Manning fue sometido a un “tratamiento cruel e inhumano”.

En ese mismo breve discurso desde la ventana de la embajada, Assange le agradece a Ecuador y califica de “significativa victoria” el haber sido acogido por “una nación valiente e independiente”. Es aquí donde uno se pregunta a qué juego está jugando Assange, porque estúpido sin duda no es. Fundamedios, una organización no gubernamental de seguimiento de los medios (watchdog), con sede en Quito, tiene registrados, desde 2008, 533 ataques a periodistas por parte del gobierno de Rafael Correa. En Ecuador han sido clausuradas no menos de veinte estaciones de radio y de televisión desfavorables al gobierno.

Y así llegamos a la telenovela. Assange ha sido acusado en Suecia de violación y coerción por dos mujeres (conocidas en los medios, por el momento, como la señora A y la señora B). Según la información disponible sobre las denuncias, cuando Assange estuvo en Estocolmo para dictar una conferencia, fue al departamento de la señora A, con la cual al parecer cenó y tuvo después sexo consensuado. Según la señora A, estaba dormida junto a él y se despertó comprobando que Assange estaba de nuevo teniendo sexo con ella y sin preservativo. A un señor llamado George Galloway, que tiene en Inglaterra un programa semanal de televisión online, no se le ocurrió nada mejor que decir que ese hecho no puede ser considerado una violación. Enorme polémica: abogados y asociaciones contra la violencia sexual aclararon que, según la ley, “el consenso es requerido cada vez que se tiene una relación sexual”. O sea que Assange tendría que haber despertado a la señora A y haberle preguntado si quería tener de nuevo sexo con él, y sin protección. Sandy Brindley, coordinadora nacional de la asociación Rape Crisis de Escocia, dijo que:
“Puede ser tan devastador ser violada dormida por alguien que una conoce [habría que precisar, en este caso: alguien con el cual una está durmiendo después de haber tenido sexo consensuado] como ser violada por un extraño en la calle”.
Lo cual me parece un poco exagerado. ¡Claro que Assange no buscó calmar la discusión cuando, según Le Monde, declaró que:
Suecia es la Arabia Saudita del feminismo”!
Hay momentos en los que una estrategia individual opaca, incoherente, produce en los medios mucho ruido: una enorme discusión en Twitter sobre si tener sexo con una mujer dormida es o no una violación se mezcla con especulaciones sobre si Ecuador va a apelar a las Naciones Unidas, con el anuncio de una reunión de la OEA el Viernes 24 para discutir el tema del asilo de Assange, y con declaraciones formales de la Unasur. A propósito: la declaración de la Unasur expresa su solidaridad con Ecuador, repudiando la amenaza británica de anular la inmunidad diplomática de la embajada ecuatoriana en Londres, pero no aprueba explícitamente la decisión de Correa de dar asilo a Assange. ¿Por qué? Porque no hubo acuerdo: Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Argentina apoyaron explícitamente esa decisión, pero Brasil, Colombia, México y Chile no quisieron hacerlo. ¡¡¡Ufff!!! Algo de coherencia política queda todavía en este mundo.

Lo mejor, estimado lector, para el final. The Guardian del 20 de Agosto recuerda que el presidente de Ecuador, quien recibió los elogios de Assange por haberle concedido asilo, logró condenar a tres años de prisión por libelo contra la autoridad (más una elevadísima multa), al periodista Emilio Palacio del diario El Universo, y a tres de sus directores. Palacio pidió asilo en Miami; dos de los tres directores también se fueron del país. El tercero, Carlos Pérez, recibió asilo… en la embajada de Panamá en Quito.

¿Qué otra cosa se puede hacer con Julian Assange que desearle buena suerte?



Portada: Pachakamakin
Diagramación & DG: Pachakamakin