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5.04.2012

SOBRE EL ENTUSIASMO


Por Eric Laurent 
Traducción: Miquel Bassols i Puig [*]


El entusiasmo es un modo de relación con lo Uno, indica Jámblico. En sus Misterios de Egipto, efectivamente, trató mucho sobre el entusiasmo, entusiasmo que debían alcanzar aquellos que se presentaban en los Misterios. Jámblico era un sirio que permaneció prácticamente desconocido en Occidente. El éxito de Jámblico empieza cuando es traducido por Marsilio Ficino, en el taller de traducción financiado por los Medicis. Dicho texto insiste, a partir de Platón, en la convocación divina: no se trata de discurrir sobre Dios sino de actuar sobre Dios. No de la teología sino de la teúrgia. Convocar a Dios para participar de esta existencia y forma Uno. En la tercera parte de los Misterios de Egipto, encontramos lo siguiente:
“No basta con aprenderlos [los discernimientos de los dioses]. No se llegaría a ser consumado en ciencia divina si uno se contentara con saberlos. Hace falta conocer también qué es el entusiasmo y cómo se produce. No es pura simplemente un éxtasis, es un ascenso y una transferencia hacia el género superior, mientras que el frenesí y el éxtasis manifiestan también una inversión hacia lo inferior (…) Lo más importante es que los verdaderos entusiastas están totalmente poseídos por lo divino.”
¿Es a un entusiasmo de este tipo al que Lacan se refiere cuando habla de aquellos postulantes al misterio analítico que, después de haber discurrido y de haberse obligado a los logoi, se introducirían finalmente al acto y empezarían a convocar a lo Uno hasta llenarse de él?

Los poseídos por lo Uno, los entusiastas del psicoanálisis, es así como Lacan nombraba, en 1976, aquello que se produce al final del análisis cuando se llega a preferir, ante todo, el inconsciente. Preferir el inconsciente ante todo es una manera de ser entusiasta de lo Uno. A ello Lacan respondió con un único remedio: el contrapsicoanálisis.

No creo, pues, que el final de un análisis sea comparable a la locura divina, a la manía de Platón, retomada por Jámblico como técnica del entusiasmo. No creo que sea este entusiasmo al que apuntaba Lacan. Estaría más cerca de aquel del que habla Lyotard en su libro El entusiasmo-La crítica kantiana de la Historia. Hace referencia en él a un punto de un texto de Kant que se titula Los conflictos de las Facultades. Se trata, como es sabido, de un conflicto con la Facultad del Derecho cuyos profesantes sostenían que no hay progreso alguno en este mundo, que tanto da, que sólo hay arreglos más o menos buenos. En dicho texto, escrito en 1795, Kant toma el ejemplo de la Revolución francesa. Dice lo siguiente:
“La revolución de un pueblo espiritualmente rico como la que hemos visto producirse en nuestros días, tanto puede tener éxito como fracasar. Puede muy bien verse llena de miserias y de atrocidades, hasta el punto que un hombre reflexivo, si pudiera, al iniciarla por segunda vez, esperar llevarla a cabo con éxito, nunca se decidiría con todo a intentar la experiencia a tal precio. Esta revolución, digo, encuentra sin embargo en los espíritus de todos los espectadores que no han estado implicados ellos mismos en este juego, una toma de posición a nivel de sus anhelos que confina con el entusiasmo y cuya exteriorización misma implicaba un peligro. Toma de posición, pues, que no puede tener otra causa que una disposición moral en la especie humana.”
Veamos el razonamiento de Kant. Para decir que hay algo mejor en la historia, muestra que se producen acontecimientos que hacen que aquel que no participa en ellos quede captado por el entusiasmo. Aquel que no participa es el espectador, es decir, aquel del que no puede sospecharse ningún interés patológico. Está, sin embargo, captado por el entusiasmo, captado en el acontecimiento “según el deseo”. Esto demuestra que hay en el hombre esta disposición moral que el político realista niega, rechazando así la Facultad del Derecho. Y creo que el entusiasmo al que se refiere Lacan no es el de Jámblico sino el de Kant en este texto del Conflicto de las Facultades. ¿Qué es el entusiasmo? Es “aquello sin lo que no puede hacerse nada grande”. Es lo que dice Kant en su Crítica de la facultad de juzgar. “Es un afecto –dice- de tipo vigoroso”.

Esto surge de lo sublime, modo de sentir, en el sentido en que lo emplea Lacan. Kant nos introduce a este punto del siguiente modo: “Lo sublime es un objeto que prepara al espíritu para pensar la imposibilidad de alcanzar la naturaleza en tanto que presentación de las idea”. Hay discordancia. Y Kant prosigue: “La satisfacción obtenida en lo sublime de la naturaleza sólo es negativa”. De hecho, “este sentimiento es -dice- el sacrificio o el expolio de los poderes de la imaginación”. No encuentra nada con lo que ligarse. La imaginación, si bien no encuentra nada con lo que pueda ligarse más allá de lo sensible, se siente con todo ilimitada a causa de la desaparición de sus límites. Y esta abstracción es, por decirlo así, una presentación de lo infinito. Lo bello es todo lo contrario. Lo bello consiste en captar en la naturaleza una forma, una forma limitada que llegue a imponerse como un punto de detención. Con lo sublime, ningún objeto llegará, propiamente hablando, a responder, a detener el juicio por medio de una forma bella. De ahí ese gusto especial, que apareció en el siglo XVIII, por subir a las montañas, gusto que el romanticismo desencadenará.

Lo que Kant encuentra tranquilizador en el entusiasmo sublime es que aquella presentación pura, simplemente negativa, no implica “ningún peligro de Schwärmerei (exaltación) que es una ilusión que consiste en ver algo fuera de todos los límites de la sensibilidad”. Lo que para Kant es tranquilizador en el entusiasmo es que pueda percibirse perfectamente que, una vez sobrepasados los límites, ya no hay más límites. La ilusión consiste en creer que sobrepasados los límites haya un límite. Es lo que Kant denomina “querer soñar según principios, delirar con la razón”. Vemos así la gran ventaja del entusiasmo: con él no se delira con la razón.

Retomemos el ejemplo de la Revolución francesa. Existe el caos. Es efectivo. Nadie sabe cómo van a circular los poderes desencadenados por la revolución. Eso terminará, probablemente, como Burke presiente, con un dictador militar. Pero por el momento esta forma es caótica. No se trata ni de lo bello ni del bien. No es una forma que se imponga. Es evidente que implica los horrores suficientes para que no sea del orden de la bella utopía. Y bien, esto provoca una participación que puede producirse con lo ilimitado del caos. Esta participación implica un gozo. ¿Cuál es este gozo? Es descubrir que incluso lo que se presiente como enorme en el mundo será, de hecho, siempre pequeño en comparación con las ideas de la razón. El desorden que no tiene figura empieza de hecho a evocar “la función del sujeto que es precisamente la de ofrecer una presentación para lo impresentable”. Cito aquí un pasaje de Lyotard que, curiosamente, detesta tanto la idea de sujeto en Lacan. El entusiasmo es, pues, un afecto que denota una relación del sujeto con el saber, con lo presentable.

Tal vez ahora podamos comprender mejor de qué forma se opone a otro afecto del saber: la beatitud.

Lacan hace referencia a esta beatitud en el “procedimiento para el pase”, publicado en el nº 37 de Ornicar? Sitúa ahí el AE (Analista de la École) tal como él lo desea: no retrocede ante los términos de virtud, de coraje. Y opone a ello la beatitud: “El acceso, a la posición equivalente a lo que se llama en otras partes un didacta, ya no se pierde en el tiempo recobrado de la beatitud. Antes bien, incluso está muy lejos de implicarla”. Jacques-Alain Miller subrayó esta oposición entre entusiasmo y beatitud; volvemos a encontrarla aquí. No me parece ahora infundado citar el entusiasmo de la carta a los italianos, de ese texto sobre el AE según los deseos de Lacan, y oponerlo a la beatitud del didacta tipo IPA (International Psychoanalytic Association). Beatitud es un término que fue introducido en Situación del Psicoanalista en 1956, página 460 de los Escritos: “…Beatitudes, tomando este nombre de las sectas estoica y epicúrea de las que es sabido que se proponían como fin alcanzar la satisfacción de la suficiencia”. ¿Qué es lo que querían, los Estoicos y los Epicúreos? Querían la ataraxia. Sobre este punto, no se distinguen el ideal estoico y el ideal epicúreo.

Esta beatitud se deslizó enseguida al mundo cristiano para convertirse en la felicidad eterna de que disfruta el hombre que goza de la visión de Dios. Se convirtió en un título de obispo, aparentemente reservado a los obispos de Oriente. Es sólo a partir de cierta fecha –no he encontrado la fecha exacta– que también pudo llamarse así al papa. Péguy, en los Misterios de la caridad de Juana de Arco, observa lo siguiente: “Es entonces (en la beatitud) cuando no tendríamos nada más que decir porque estaríamos en el reino donde ya no se dice nada”. Lacan toma este término de beatitud en la expresión “… en el tiempo recobrado de la beatitud”.

¿Por qué? En un primer sentido, porque hay eternización de aquel goce apacible. Gozar de Dios no os conduce al entusiasmo, no os conduce a considerar que entre el caos y el concepto hay un sitio para los afectos. Hay la visión bella de ese Dios que es Uno y que os mantiene alejados (?) del deber de Bien decir.

Este término de beatitud Lacan lo utiliza también en Televisión: “Lo sorprendente no es que (el sujeto) es feliz (…) Lo sorprendente (…) es que llegue a la idea de la beatitud, una idea que va bastante lejos como para que se sienta exiliado de ella”. ¿De qué se siente exiliado el sujeto? ¿Del Otro en tanto que vacío de goce? “Por fortuna ahí -dice Lacan- tenemos al poeta para descubrir el asunto”. El sujeto está exiliado del Otro que debemos identificar a “su goce de ella, aquel que Dante no puede satisfacer…”. El exilio del sujeto, el exilio de la beatitud se atribuye al goce del Otro sexo. Es a partir, no del Otro como vacío del goce, sino del Otro en tanto que es el lugar del goce femenino y que el hombre sabe que no puede satisfacer.

El tiempo recobrado de la beatitud es, después de todo, el que Proust construyó en su obra, es decir, el goce de su madre. Él se identificó a ese sujeto excluido para siempre, clavado en su cama, que decididamente no podía ya acostarse de madrugada, con un deseo perfectamente decidido de que no fuera así y con la voluntad de gozar de ello.

¿Cómo es compatible el entusiasmo que produce el análisis con la reducción de los ideales de la persona? Para Kant es el descubrimiento de que no hay nada en la imaginación que pueda responder a lo ilimitado de la ley. ¿Cómo los efectos producidos en los ideales podrían conducir al mismo punto, al punto del entusiasmo? ¿Qué es, entonces, el ideal de la persona? Es un traje en el que uno goza. El Balcón de Genet está ahí para dar testimonio de que bajo los ideales del juez, del sacerdote, del comisario, hay, como en la comedia, colas. Genet introduce una comedia particular porque construye el ritual de aquel goce. La reducción de los trajes de esas personas es lo que hay que esperar del análisis, que el analizante no piense que hay trajes listos ya para gozar, que no tiene que vestirse de juez, de comisario, etc., para encontrar su goce. La reducción de los ideales de la persona se dice: no autorizarse de ninguno de los Nombres-del-Padre para gozar. Esto no quiere decir romper con los Nombres-del-Padre, ni tampoco atravesar una fase de psicosis experimental. Es en tanto que estos Nombres-de-Padre no son ya trajes para gozar que hace falta que el sujeto escoja con resolución pero contra el padre.


Imagen: Pintura de Shinji Himeno
Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández




[*] Miquel Bassols es Psicoanalista Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y
de la Escuela de la Causa Freudiana [Asociación Mundial de Psicoanálisis]

4.21.2012

ESTRATEGIAS MITOGENETICAS EN "MACUNAíMA" [1/3] DE MARIO DE ANDRADE

Por Marcin Kazmierczak [*]



Só o papagaio conservava no silêncio as frases e
feitos do herói. Tudo ele contou pro homem e
depois abriu asa rumo a Lisboa. E o homem sou eu,
minha gente, e eu fiquei pra vos contar a história. 


PRIMERA ENTREGA [1/3]

MOTIVACIONES LITERARIAS 

Puesto que Mario de Andrade es uno de los escritores brasileños del siglo XX más conocidos mundialmente, no es necesaria una introducción biográfica. Tan sólo merece la pena mencionar que su utilización de los mitos indígenas, el tema que nos ocupa en este artículo, tiene un carácter notablemente diferente del que encontramos analizando a otros autores iberoamericanos que han recurrido a este proceso. 


Por ejemplo Miguel Ángel Asturias (Guatemala) maneja una gran cantidad de motivos precolombinos sobre todo con objetivos estéticos, creando un genial estilo expresivo que mezcla la cosmología indígena con las estrategias poéticas del surrealismo francés. Ciro Alegría (Perú) profundiza en la realidad indígena sobre todo desde la óptica de una crítica social, percibiendo a los indígenas más como una clase social que como un grupo dotado de su propia identidad cultural. 

La exploración de otro autor peruano, José María Arguedas, tiene una profundidad antropológica y etnológica notablemente superior; este escritor recrea la visión y la sensibilidad indígena en primera persona para captar así el drama del conflicto cultural y espiritual de un sujeto desgarrado entre los dos mundos (el indígena y el occidental) y las dos culturas. Sin ánimo de agotar todos los ejemplos de escritores que han utilizado los motivos precolombinos en su creación literaria volvamos a Mario de Andrade. Para el autor brasileño la figura del dios indígena Macunaíma, procedente de las leyendas de las tribus amazónicas Taulipang y Arekuná, representaba un gran potencial expresivo en su reflexión artística acerca del carácter (identidad) de la raça brasileira -como él mismo jocosamente se refería al pueblo brasileño-. Esta reflexión, aunque al parecer parte de una sincera preocupación por el problema de la identidad nacional del Brasil, recibe en Macunaíma un trato humorístico, satírico y hasta autoirónico, puesto que el escritor parece concluir que el principal rasgo del carácter brasileño es precisamente la "falta del carácter". De ahí el título: Macunaíma, Herói sem nenhum caráter.

No obstante, el abundante e interesantísimo contenido ideológico y sociocrítico de este libro no es el tema central de este artículo, cuya intención es observar las estrategias literarias de recuperación y dramatización narrativa de unos contenidos etnográficos, recogidos sobre todo por el etnólogo alemán Theodor Koch Grünberg (KOCH: 1917) así como por muchos otros estudiosos y viajeros, cuyas obras estaban al alcance del escritor paulista.



RECURSO DE LA DESGEOGRAFICACION 

Una de las estrategias de recuperación mitológica presente en Macunaíma es la que el mismo autor denominó como desgeograficación. Mario de Andrade, al crear su (anti)héroe brasileño tenía la gran preocupación de evitar los peligros que, a su juicio, presupondría un apego excesivo al regionalismo. Él no quería que su héroe pudiera identificarse exclusivamente con ninguna región, ninguna tribu, ninguna cultura precolombina o colonial, ni siquiera con Uraricoera, la región fronteriza con Venezuela donde hasta hoy en día viven los indios Taulipang y los Arekuná. Para conseguir este objetivo recurre a la "desgeograficación" de la trama del relato, que se manifiesta de manera particular a través de las enumeraciones de plantas, insectos, etc. procedentes de diferentes regiones del país y a través de numerosas persecuciones o viajes de los protagonistas por todas las regiones de la geografía brasileña [1]. Pero la desgeograficación no afecta tan sólo a los fenómenos de la naturaleza y a la propia geografía, sino también a los aspectos culturales. En este sentido el autor también evita limitarse a un solo ámbito de procedencia del material mitológico y folclórico que maneja, sino, tal como ya se había dicho, mezcla motivos de la cultura precolombina, recogidos esencialmente entre las tribus amazónicas, con los procedentes de la cultura afrobrasileña, particularmente fuerte en la región del Nordeste y, finalmente, recurre también a la cultura popular portuguesa. Por consiguiente, no hay que perder de vista el hecho de que los mitos indígenas, aunque constituyan el eje central y la fuente principal del material narrativo de la rapsodia marioandradina, no tienen carácter exclusivo en la exploración literaria del escritor.

Pero hasta si redujéramos el foco de nuestro análisis a las fuentes precolombinas, nos percataríamos que hasta dentro de este ámbito el autor no quería limitarse a las leyendas o los relatos de una sola tribu o un solo pueblo indígena. Por lo tanto, aparte de los relatos de los mencionados indios Taulipang y Arekuná, transmitidos a T. Koch Grünberg por parte de dos informadores, Mayuluaípu Taulipang y Akúli Arekuna, entreteje también, aunque en menor medida, elementos del imaginario mitológico y lenguaje de otras tribus, como por ejemplo los Caxinauá, los Apinapé, los Carajá y otras.



CLASIFICACION GENERAL DE LAS LEYENDAS 
Y MITOS APROVECHADOS EN MACUNAÍMA 

Antes de formular la propuesta de la clasificación de los mitos utilizados por el escritor brasileño es necesario adelantar que el enfoque de este análisis de lamateria cultural presente en Macunaíma va más allá del concepto del mito, percibido como un relato de carácter fundacional. Recordemos que según Mircea Eliade, para que un relato pueda ser considerado como un mito ha de contener "les éléments fondateurs" de un mito, es decir, "cette nostalgie des commencements et cette proximité avec le sacré." [2] Sin duda algunos de los motivos folclóricos que se mencionan más adelante carecen de la excelsitud y del carácter sublime que les pudiera incluir dentro de la definición de Mircea Eliade, no obstante muchos de ellos tienen como objetivo explicar el origen de las cosas. Es así sobre todo en el caso de los cuentos etiológicos, aunque hasta esos, frecuentemente no se refieren al principio del mundo y poco tienen que ver con lo sacro. Dejando a un lado la eternamente inconclusa cuestión de la definición del mito y teniendo en cuenta el hecho de que la procedencia de los motivos folclóricos presentes en la rapsodia marioandradina es muy variada propongo la clasificación de los motivos folclóricos (que, no obstante, seguiré llamando mitos) presentes en la obra en tres categorías: la de los mitos indígenas precolombinos; los mitos autóctonos formados en la épocacolonial y los pseudomitos (o los mitos apócrifos).

Respecto a los mitos o motivos etnográficos precolombinos, evidentemente se trata de aquellos que proceden de los pueblos indígenas de la América. No obstante, la cuestión de la cronología, a la vez que de la autoría, no es del todo clara, en el sentido de que no se sabe hasta qué punto podemos afirmar que la formación de los mitos, leyendas, creencias o costumbres que integrarían esta categoría es previa a la llegada de los conquistadores europeos y, posteriormente, de los esclavos africanos y, por lo tanto, hasta qué punto están libres de las influencias coloniales. 

La cuestión no es fácil de resolver porque Koch-Grünberg entró en contacto con los Taulipang sólo a finales del siglo XIX, es decir, más de tres siglos después del desembarque de los advenedizos ultramarinos. De hecho, en algunos casos la contaminación por las influencias coloniales es evidente. Que sirva de ejemplo la presencia del topónimo genérico de "la tierra de los ingleses" en relación con Guayana, o la leyenda sobre la creación del hombre blanco, negro y rojo. No obstante, según asegura P. Santilli, al menos el acervo principal realmente es indígena y, además, cronológicamente precolombino, puesto que expone una cosmología que es compartida por decenas de pueblos que hablan la lengua Carib y que presenta una concepción del mundo propia, precolombina. (SANTILLI, comunicación personal) Además estos mitos están exentos prácticamente de cualquier interferencia de la cultura europea o africana y, salvo escasas excepciones, no hacen ninguna referencia a la existencia de otros pueblos y otras culturas.

Los motivos etnográficos autóctonos formados en la época colonial, como es de suponer, son aquellos que surgen como fruto del inédito encuentro de las tres culturas (en el sentido genérico) que confluyen en Brasil: la lusa o, más ampliamente la europea, la africana y la indígena. Como veremos hay motivos etnográficos en los que se mezclan elementos de todas estas tres culturas a la vez. Esto sucede sobre todo en el capítulo Macumba, el cual constituye una exposición del folclore afrobrasileño, particularmente arraigado en el Nordeste de Brasil. En dicho folclore prevalecen las influencias africanas, sobre todo de la cultura yoruba, pero éstos se entremezclan y a veces fusionan con motivos indígenas y europeos.

Finalmente, los mitos apócrifos o los pseudomitos son los episodios o personajes inventados por Andrade e introducidos en ciertas ocasiones en la trama de la rapsodia. Dentro de esta categoría podríamos ubicar dos tipos de entidades narrativas: las integralmente creadas por el autor y las modifiaciones muy profundas de los mitos preexistentes, que prácticamente se convierten en mitos diferentes cuya relación con sus antecedentes casi llega a borrarse. 

La mayoría de los mitos apócrifos inventados por el autor tiene carácter de cuentos etiológicos y, en este sentido también es indirectamente deudora del universo mitológico indígena, puesto que utiliza los mismos mecanismos gnoseológicos, las mismas estructuras perceptivas y las mismas estrategias mitogenéticas, aunque sea con fines satíricos y lúdicos.

En cambio, las numerosas modificaciones profundas de los mitos (intercambios de los rasgos personales o las acciones entre los diferentes personajes de un mito; incorporación de las hazañas o los rasgos de un personaje a la descripción del otro; fusión de varias historias o varios personajes; cambios de aspectos secundarios o hasta primordiales del desarrollo de los hechos descritos, etc.) suelen tener el objetivo de adaptar los mitos y las leyendas preexistentes a la construcción psicológica de los personajes de la rapsodia, sobre todo la del protagonista. Y, en segundo lugar, para salvar la estructura narrativa global y lineal de la rapsodia marioandradina. La mayoría de los mitos utilizados por el autor tenían una estructura acabada, terminando con un final cerrado, por ejemplo la muerte del protagonista, su transformación, etc. mientras que, estos motivos incorporados dentro de la trama de Macunaíma tenían que permitir la continuidad de la trama y, por consiguiente, se les tenía que proporcionar una estructura abierta, con la posibilidad de continuar en los siguientes capítulos. De ahí por ejemplo las sucesivas resurrecciones de Macunaíma, etc.



LOS MITOS PRECOLOMBINOS EN LA CONSTRUCCION DE LA TRAMA. 
TRANSFORMACION DEL NIÑO EN EL PRINCIPE PRECIOSO 

Uno de los primeros mitos que aparecen en el libro de Mario de Andrade es el de la transformación del niño en el hombre, extraído de la Saga 6 recogida por Koch [3]. En esta Saga Macunaíma niño llora toda la noche pidiendo a su cuñada que lo lleve fuera de casa. Al conseguirlo se transforma en un adulto y posee a la cuñada. En el texto de Mario de Andrade, Macunaíma pide a su madre que le lleve al bosque pero ya que ella no tiene tiempo pide a su nuera Sofará, la compañera de Jiguê, que acompañe al niño, quien, en el bosque se convierte en un "príncipe precioso" y posee a la cuñada. Este mito nos introduce a una serie de aspectos importantes que estarán presentes a lo largo de la narración. 

En primer lugar en este episodio se hacen patentes algunos rasgos del carácter del héroe "sin ningún carácter", concretamente su fijación permanente en el placer sexual al que tiende de una manera impulsiva sin reflexionar en la conveniencia social de sus actos. En segundo lugar su recurso a la astucia, su picardía (esperteza, malandragem) su tendencia al engaño de los demás, incluidos sus familiares, para conseguir sus fines, en definitiva: egocentrismo próximo al principio del placer freudiano. (Dicho sea de paso que Andrade conocía las tesis del Psicoanálisis y había demostrado cierto interés por ellas) Por otro lado, vemos aquí uno de los motivos frecuentes en el folclore universal y, desde luego, en las leyendas indígenas de la América del Sur, es decir, la capacidad de los personajes de transformarse en otros seres, en este caso concreto del niño al hombre y, en la actualización marioandradina, en un príncipe.




Diseño Gráfico: Andrés Gustavo Fernández






CITAS Y BIBLIOGRAFIA
[*] Marcin Kazmierczk es vicerrector de la 
Universidad Abat Oliva CEU, de Barcelona.

[1] Es más, incluso paradójicamente, al buscar la expresión del carácter brasileño en más de una ocasión cree conveniente trascender el límite geográfico y cultural de su patria. Es así cuando Macunaíma va la tierra de los ingleses (Guayana) o cuando surge la cuestión de la conciencia hispanoamericana.
[2] Citado por C. Mathière, Golem en Le Dictionaire des Images Littéraires, (BRUNEL, 1988: 651)
[3] (KOCH 1917, Vol. II: 42). Véase también (CAVALCANTI 1955: 128).

VOLÚMENES DE PROCENDENCIA DE LAS CITAS DE M. DE ANDRADE: 


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5.06.2011

LOS PELIGROS DE LA FE

Por Roberto Daniel León



A muchos años ya de mi casi involuntaria incursión en el mundo de la fe y las religiones, considero tiempo apropiado el presente para expresar mi pensamiento acerca de los peligros de la sinrazón. Por alguna razón- no sin importancia- Fe es el símbolo del hierro (Ferrum). Metal bruto, si los hay. No deseo continuar, sin antes decir que creo en el derecho de las personas de, por ejemplo, profesar la fe que le venga en gana. No obstante, también creo en la libertad. La que provee la razón, el conocimiento, el saber. Y creo en los límites de los derechos; frontera que se establece donde comienza el derecho del otro. Creo entonces, que tengo derecho a denunciar aquello que atente contra la razón y el conocimiento y por tanto contra la libertad; valor y condición que considero de excelencia en el hombre.

La fe es enemiga de la razón y el conocimiento. La fe es instrumento para la sumisión y la esclavitud. La fe detiene la búsqueda. Inmoviliza. Entorpece. La fe es pensamiento mágico. Y el pensamiento mágico pone afuera el hacer y la responsabilidad del individuo. Lo que se ha dado en llamar necesidad de creer en algo, es a mi criterio comodidad de despojarse de la responsabilidad de hacerse cargo. Las religiones en general, estimulan esta actitud autodestructiva en la sociedad. En lugar de decir hágase cargo, pague, remedie, restituya; dicen yo te absuelvo, en un alarde de irresponsabilidad que apesta. Un toque de confesión y vuelta a lo mismo. Sin enterarse o quizá sin importarles ni al absolvedor ni al absuelto, las graves consecuencias sociales de tamaña actitud.

Una cadena de engaños hace posible la consecución de enredos y entorpecimientos en el desarrollo del individuo. A esta altura no poca gente se pregunta cuántos cristianos habría si no existiera el infierno. Es que este cuco vino a reemplazar en las deliberadamente entenebrecidas mentes de la sociedad, el antiguo temor que supieron infligir por medio del hierro candente o cortante.

Es que, como se dice vulgarmente, el “circo” está bien armado. Si al creyente la cosa le sale bien, pues entonces es obra del “dios” a quien le haya rezado (cualquiera sea su nombre), el cual “demuestra” de esa manera su capacidad de “hacer milagros”; ergo su “existencia”, a la vez que “premia” la fe del desprevenido creyente. Si la cosa le sale mal, en cambio, los “intérpretes de la fe” le explicarán que como ese dios es soberano -o más o menos poderoso- no siempre responderá a sus deseos porque sabe realmente que es lo que más le conviene (al creyente). “Ah...! Qué vivo...!” diría con fina lógica cualquier niño aún no contaminado. Es que así siempre cierra. Bastante forzado, claro está. Porque si ese dios va a hacer de todos modos lo que le parece, que sentido tiene rezarle y confiar en él? Ah... casi lo olvido: el peligro de ir al infierno. Cierto es que la fe incorpora la “virtud” de la resignación. Millones de “resignados – sometidos – conformistas – esclavizados” contribuyen a sostener las cosas tal y como están, impidiendo cualquier cambio que mejore las condiciones de vida en el mundo.

Sin dudas los líderes religiosos (tanto como los líderes políticos) usufructúan en su propio beneficio una tendencia muy humana de estos días, como es la de “zafar” y poner el esfuerzo y la responsabilidad en otros. “¡Ganamos!” dicen los hinchas de fútbol, cuando en realidad ellos no jugaron. “San Cayetano me va a conseguir trabajo” dicen muchos, después de haber votado al que les destruyó las fuentes de trabajo (individuo generalmente perverso, al que seguirán votando sin enterarse jamás que San Cayetano no tiene nada que ver, especialmente desde que falleció). Y los intérpretes de la fe, falaces ellos, continúan alentando cínicamente el sometimiento de las gentes al pensamiento mágico que los esclaviza y entorpece. Y anatemizando toda voz que pretenda llamar a la cordura. Y haciéndose cómplices del poder político y económico con el que comparten y se sostienen en sus estructuras. 




3.03.2011

EL HUEVO O LA GALLINA?

Por Roberto Daniel León



Felizmente, el libre ejercicio de pensamiento obtenido por la humanidad contra viento, marea, espadas, hogueras y otras sutilezas, nos ha permitido avanzar en la construcción de apreciaciones mas precisas, aunque claro, siempre perfectibles. Habernos permitido dudar de las verdades absolutas, es un paso que, a mi criterio, supera y mucho a un pisotón en la luna.

La relatividad de Einstein, es una observación filosófica antes que científica. Que lo observado depende del observador y de su estado, nos posibilita entre otras cosas, dejar entrar a nuestro mundo otras condiciones que, no por ignoradas, debemos presumir inexistentes. Sin embargo, a la hora de establecer parámetros comunes, deberíamos ser cuidadosos de utilizar solo aquello que sabemos y podemos demostrar al menos razonablemente, evitando construir sobre la aventura de la imaginación y el absolutismo, a fin de no regresar a las sombras originales.

Tendemos, en un característico afán reduccionista de esta época, a catalogar eventos y condiciones por orden de importancia, alfabético o cronológico, y lo hacemos aún a martillazos cuando no encaja en nuestro esquema de pensamiento. Convengamos, antes de continuar, que la posibilidad de un razonable ejercicio del pensamiento, aún permanece vedado a inmensos sectores de la sociedad, entre-tenido y ador-mecido no por casualidad.


La disquisición acerca del ser y-o estar (de eso se trata), con relación a cierta preeminencia de uno u otro concepto, debiera comenzar por permitirnos des establecer el criterio de que habría una mayor importancia en una de esas manifestaciones respecto a la otra. Porque, en definitiva, porqué habría de haberla? 

Estimo que ambas condiciones son referenciales. Estar requiere de referencias externas y respondería a las cuestiones ¿Dónde? o ¿Cuándo?, en tanto que ser requiere de referencias internas y responde a las cuestiones ¿Qué? o ¿Cómo?,

Ajenos a lo que se cree, según la cultura de que se trate, y por lo que razonablemente se conoce, nace un ser humano con potenciales condiciones para procesar determinados estímulos, con los que poco a poco irá construyendo una persona, Estos estímulos se originan en su entorno inmediato y se amplían luego a la sociedad y la cultura en que el individuo está. El proceso que realice con todos esos estímulos –que no son otra cosa que palabras y actitudes- determinará un ser que, de nuevo, responderá a un qué y un cómo altamente influenciado por el entorno. La calidad de los estímulos iniciales, determinarán por consecuencia u oposición, el como será y donde estará. Cierto es que la cultura actual pasa por alto ciertas cuestiones fundamentales y fundacionales y suele confundirse el ser con la profesión (sos telemarqueter), y la calidad o reafirmación del ser con sus posesiones (si no tenés... no sos nadie).

Pásase por alto entonces al sujeto, que en nuestro análisis sería el ser, y contémplase al objeto funcional a la estructura social (en la mayoría de los casos, simple consumidor).

Respecto al estar, podríamos determinar al menos dos condiciones: un estar físicamente, en referencia geográfica; y un como estar en referencia actitudinal. Este último aspecto adquiere una relación directa con el ser.


Diagramación & DG: Andrés Gustavo Fernández

1.21.2009

IGLESIA UNIVERSAL



Por Roberto Daniel León



Carmen de Areco, 21 de Enero de 2009


Pastor Matías, 
de mi consideración: 

Acabo de recibir de parte de un familiar su impersonal invitación, la cual quiero agradecer, a fin de no herir gratuitamente la –seguramente buena- intención de quien me la entrega, ni de quien la envía.

No obstante, por respeto a mis propias convicciones, quiero poner en su conocimiento que no soy creyente. Pasé por ello alguna vez y no deseo regresar, de modo que aceptar su invitación sería retroceder, respecto a lo avanzado hasta aquí. Podrá reparar Ud. seguramente, que utilizo con propiedad la palabra avanzado.

Aunque esta declaración escandalice las mentes de los astutamente atemorizados creyentes, a mi no me interesa someterme a la voluntad de ningún dios, sea real o imaginario, y menos que menos cuando se trata del dios de la Biblia, munido de una conducta y una perversión tal, que pone en evidencia su origen humano. Creado y sostenido por hombres incapaces de hacerse cargo de su propia responsabilidad y deseosos de contar con algo donde poner afuera sus miserias y temores, en vez de hacerlas pasar por sí mismo, lo cual redundaría en crecimiento. 

No me interesa tampoco una fe que entrega “verdades” reveladas en bandeja de plata, que no deja lugar para la duda y que por lo tanto detiene la búsqueda. Yo me aventuro por mis propios caminos y, lo descubierto hasta ahora, no deja de sorprenderme ni me ha decepcionado. Acepté hacerme cargo de las consecuencias y logré crecer, aunque no conforme a vuestro criterio seguramente. Sin embargo, aunque los creyentes no lo crean (por cuanto les han enseñado que no puede ser), soy feliz. No ha sido gratis, el proceso –que aún continúa- tiene un precio que, le confieso, bien vale la pena. El dinero ha dejado de ser lo más importante para mí, por lo que su escasez no me angustia, así que por ese lado, el anzuelo no tiene carnada. Los problemas familiares, he logrado resolverlos en tanto me ha interesado hacerlo, cuando he considerado que merecía la pena. He amado y he sido amado. En algunos casos resultó muy doloroso y de ahí también aprendí. Pude conservar y priorizar los recuerdos felices y disfrutarlo, así que en realidad los llamados problemas sentimentales, no son tales. Soy afortunado también, porque no tengo enfermedades; y no las tengo, particularmente, desde que sané mi cabeza. No necesito estar a salvo, porque así cualquiera se siente bien. El gran desafío es sentirse bien y obrar bien, aún en medio de la inseguridad. Por elección personal. Quizá pueda reconocerme usted el mérito de ser feliz, aún cuando se que no hay vida después de esta.

Por último, debe saber usted que no necesito de la obligación ni de la transformación impuesta por ningún dios, para decidir amar a mis semejantes, lo suficiente como para no matar aún a quienes se lo merecen. Le aseguro que es mucho más de lo que algunos reconocidos cristianos han hecho. Si usted es de verdad un creyente, todo esto será en vano, por cuanto ya le habrán advertido que mis palabras son herramienta del diablo, el cual habla por mí. Es uno de los reaseguros para mantener cautivo al creyente. Si, en cambio, usted es simplemente un engañador profesional que vive del cuento religioso, entonces al menos sabrá que no puede contar conmigo.

Roberto Daniel León


Portada: Pachakamakin
Diagramación & DG: Pachakamakin


5.08.2008

DIOS APRIETA, PERO NO AHORCA

Por Roberto Daniel León







-No le conviene... -recuerdo que pensé un día de estos en que escuché la frase, cuando caí en la cuenta de que dios es capitalista, como los cuernos. Su sentido de la propiedad, pilar del capitalismo, le permite darse el lujo de apretar, un poco por el placer de ostentar poder y mucho por mantener las ganancias que otorga la sumisión de la servidumbre. Y no ahorca porque –no hay que ser demasiado inteligente- se quedaría sin servidumbre. Más o menos así funciona el sistema. 

Usted trabaja en una mina y recibe azotes todos los días. De pronto, una vez cada tanto, ocurre que los miércoles no lo azotan. Todos los demás días siguen igual, pero los miércoles usted cree que el amo es bueno. 

El gobierno de turno -capataz de la finca cuyo dueño es el poder económico- es el jinete; y usted, Juan Pueblo, es el caballo. El jinete, fiel servidor, acostumbra cabalgar con las riendas bien cortas; pero con el tiempo eso produce mucho dolor de boca al noble bruto y se encabrita un poco. Entonces, para no correr riesgos de ser derribado, el jinete afloja un poco las riendas. 

Cualquiera con un poco de sensibilidad por la justicia y que espera finales felices en los cuentos, podría pensar que ese es el momento en que el caballo redobla su furia y da por tierra con el jinete. 

Sin embargo, el caballo se tranquiliza y continúa al trotecito por la vida, pensando que bueno es el jinete y repitiendo para sus adentros, como una letanía, la frase acuñada por la “sabiduría” de sus ancestros: ...dios aprieta, pero no ahorca. 

Cada tanto cambia el jinete, que puede llamarse Jorge, Raúl, Carlos, Fernando, Eduardo, Néstor o Cristina; pero el caballo, siempre es Juan Pueblo. 

¿Nunca fantasearán los equinos con un cambio de roles? Dicen que algunas veces lo hacen, pero que cuando eran potrillos les enseñaron que el cambio de roles se llamaba subversión y que eso era malo. Claro que nunca les dijeron malo para quien, pero eso es otra historia. Dicen también que los caballos ven todo gris. 

¿Será por eso que no les llamará la atención que los medios de comunicación denominen “justicia” al sistema legal? ¿O que los presos sean todos pobres? ¿O que el asesinato de una mujer es tapa de diarios solo si vive en un barrio cerrado? 

¿O que el dinero se lo llevan siempre los mismos, tanto en períodos de rienda corta como de rienda larga? ¿Que su única ganancia es que le duele menos la boca y puede mascar el freno con mas comodidad? 

Si... ya sé que tienen poca memoria, y que la poca que tienen la usan para volver a la querencia, al trotecito, nomás... a la propiedad del patrón, que hay que trabajar. Para él.

Y que de recién nacido, con sus patas flacas y temblorosas ya le enseñaron la resignación y otras “virtudes”, que son como pasajes de primera clase para el Transporte al más Allá SA, Mortadela Tour y otras. 

Triste destino, los caballos argentinos...



Diseño|Arte|Diagramación: Pachakamakin
Portada: Lukas Kândle